martes, 1 de enero de 2013

Lo nuestro solo fue casualidad

 " —Y duele, ¡vaya si duele!

Es como si cada vez que respiro, introdujeran en mi espalda una daga. Como si cada vez que mi corazón palpita sintiese un pellizco en mi pequeño y azotado corazón. Como si ya no hubiera sangre recorriendo mis venas, como si cada uno de mis pasos fuera sobre ascuas. Eso que se siente cuando intentas estirarte más de la cuenta, cuando se engarrota un músculo o el mal del apéndice. Como si arrancaras una de tus uñas de cuajo, poco a poco. Es sentir que tu ya no vas a estar aquí más. "

No hay comentarios: